Entrevista con el gran paisajista Michael Kenna
Imágenes: © Michael Kenna
El fotógrafo Michael Kenna (1953) es mundialmente reconocido por sus paisajes, especialmente por los nocturnos. No falta quien lo considere el mejor paisajista y el mayor experto en el difícil arte de la fotografía de noche. Sus imágenes tienen un aura de paz metafísica, efecto que consigue gracias al manejo de la luz y de la larga exposición que captura con su Hasselblad.
Kenna creció en un ambiente fuertemente católico. No solo fue monaguillo sino incluso seminarista. Después estudió arte en su natal Inglaterra y se mudó en los setenta a California, donde trabajó con la famosa Ruth Bernhard.
Michael Kenna visitó la ciudad de México para inaugurar su magnífica exposición en Patricia Conde Galería, donde presenta por primera vez fotografías de su serie Confessionali, que ni siquiera había impreso anteriormente. La conversación discurrió sobre la espiritualidad de la fotografía.
designboom: Michael, me llamó la atención ver que la exposición abre con unas fotografías de confesonarios, que no esperaba.
Michael Kenna: Sí, de alguna manera es diferente pero es lo mismo en muchos sentidos. Mi trabajo versa fundamentalmente sobre la memoria y sus huellas, conexiones, atmósferas. Se me conoce ante todo por mis paisajes y tengo también fotos de campos de concentración nazis, y las fotos del salón de clases del kindergarten de mi hija, interiores industriales. Así que mi trasfondo católico y mi inclinación religiosa se dilataron también hacia Japón, donde he rastreado muchas veces el espíritu y las peregrinaciones budistas.
Pero no es tan fácil fotografiar iglesias católicas: no te dan autorización. Hace unos años conseguí permiso en Italia. Pero como sucede con muchos de mis proyectos, jamás imprimí las fotos. Porque todo lo imprimo yo mismo, así que a veces tengo cinco o seis proyectos simultáneos, viajo, y eso me hace feliz, no necesito imprimirlo todo. Es un proceso lento, algo artesanal. El año pasado, Nazraeli Press publicó un librito sobre los confesonarios. Entonces pensé que algún día imprimiría las fotos, y de pronto –no sé por qué– me pareció que el momento había llegado, así que las acabo de imprimir hace tres o cuatro semanas, y hoy traje ocho más en una caja que nadie ha visto todavía. Para mí fue también interesante porque esta es la primera vez que las veo colgadas en la pared.
DB: Y esto en México, un país tan católico.
MK: Sí, sin duda. Parece que las cosas se acomodan por sí mismas. La mayor parte de las veces no planeo, las cosas suceden, o no… Son maravillosas estas “conexiones fortuitas”. Así que es perfecto que estén expuestas aquí. Tengo doce ahora pero hay unas cincuenta más que debo imprimir, y justo por eso se reavivó mi interés. Iré a Italia en noviembre y continuaré con la serie, con la diferencia de que ahora tengo permiso por parte de la Iglesia católica. Pero era necesario que descansaran algunos años.
DB: Tu trabajo es acerca de la paciencia, del esperar, de la memoria… Y tiene una especie de aura mística, que quizá tiene que ver con tu visión del mundo y con tu trasfondo religioso.
MK: Sí. Mi trabajo trata mucho acerca de la memoria. Y está fuertemente enraizado en mi pasado católico. Me encantaba la ceremonia, los ritos. Y a veces me quedaba solo en la iglesia, en esa atmósfera preciosa, con el olor del incienso, la luz sobre el altar, y pensaba que aquello que veía no era lo que realmente estaba aconteciendo, pues había otra realidad que no ves. Y para mí, la fotografía siempre ha sido una manera de sugerir aquello que no puedes ver.
Sí, en efecto, ves un árbol y la niebla, pero la foto trata sobre lo que hay detrás, sobre la conexión que de alguna manera se establece entre nuestra propia consciencia y esta realidad invisible. La parte más rica de la fotografía es precisamente esto: la conexión. Así que nunca retrato a personas, porque quiero que el espectador se adentre en la atmósfera y la sienta, y que conecte con ella, o que le repulse, o lo que sea que sucederá. Para mí se trata de entrar a la iglesia, sentarme, pensar en que no hay algo más allá de lo que ves y más allá de la vida, y que formo parte de todo ello. Así que hay una desconexión muy importante al ser una persona solitaria pero saberte parte de un sistema mayor, parte de una máquina orgánica que no puedes ver. Me encanta.
DB: Para lograr esto hace falta paciencia. ¿Cómo es tu relación con el tiempo?
MK: La paciencia es un elemento fundamental. Me gustaría tener un clon… o tres o cuatro. Ahora tengo 62 años y todavía hay tantas cosas que me gustaría hacer, tantos lugares qué ver, tanta gente con quien estar… En este momento quiero estar con mi familia, pero también quiero estar tomando fotos en Alaska o en el norte de Japón, pero también quiero estar aquí contigo… Siempre hay tantas cosas… Así que hay que desarrollar cierta mentalidad contemplativa y de aceptación de estar precisamente ahí donde estás. Este es el presente, esto es lo importante, y lo demás debe desaparecer.
Me he quedado muchas veces con monjes benedictinos porque tengo un proyecto en Mont Saint-Michel. Y una parte esencial de sus creencias consiste en que, cuando se van a dormir, cobran consciencia de que quizá no despierten a la mañana siguiente. Y deben estar contentos consigo mismos y, en términos religiosos, también respecto de su relación con Dios. Así que todas las noches estás contento con tu vida, estés donde estés. Y si no despiertas, ¡está bien! En cierto sentido, todos debemos ser así con nuestra vida entera, porque nunca sabes qué pasará.
DB: ¿Cómo comprendes la relación entre la luz y el tiempo? La fotografía es pintar con luz pero tú introdujiste otro elemento importante que es el tiempo, por ejemplo, con tus fotografías de larga exposición.
MK: Los dos elementos son multifacéticos. Siempre he querido que la luz emane desde un objeto y no que se refleje en su superficie. Como en el caso de Josef Sudek: cuando miras su trabajo, parece que todo lo que fotografía está irradiando luz, y no que lo esté iluminando. Así que tiene que ver con lo que decía anteriormente: se trata de mirar el interior, no el exterior.
La luz es algo necesario para delinear las cosas. Jamás utilizo luz artificial, trabajo con lo que veo. Me encantan las exposiciones largas porque la luz es, de alguna manera, eróticamente seductora, y lentamente envuelve a los objetos, los toca y suavemente lima los contornos, por ejemplo en la noche. Me gusta fotografiar temprano al amanecer, porque la niebla es muy suave. No me interesa en absoluto la luz directa del sol. Es muy fuerte y directa, y revela todos los detalles, que no me interesan.
A veces haces una foto de diez horas de exposición y parecería que es un instante. Nunca sabes. Pero, de nuevo, eso es encantador. No siempre es predecible; a veces suceden cosas extrañas.
DB: De joven hacías fotografía comercial para subsistir y en tu tiempo libre desarrollabas el lenguaje fotográfico auténticamente tuyo. Pero ahora, cuando veo tu trabajo comercial, veo que tu estilo particular lo impregna.
MK: Sí, y creo que así es como debería ser. Durante siete años fui seminarista, hasta que me di cuenta de que no quería eso. No tuve una guía para hacer mi carrera. Provengo de una familia muy pobre, obrera, por lo que tenía que ganarme la vida, así de fácil. Pero siempre había sido bueno pintando y dibujando, así que estudié arte. Me pareció que podría vivir haciendo fotos. Hice foto comercial, deportiva, de moda… de todo. Siempre me gustó estar por mi cuenta tomando fotos, paisajes, etcétera. Pero hacía lo que fuera. Durante mucho tiempo imprimí las fotos de otros fotógrafos.
Mi carrera como fotógrafo profesional solo arrancó cuando conseguí desarrollar mi propio lenguaje. Me fichó una galería, tuve a un representante, y así fue como empezó. Por fortuna he tenido oportunidad de trabajar en campañas maravillosas. Las mejores son aquellas en las que el director creativo tiene el poder para decirte ‘Haz lo que quieras'; en esos casos obtienes los mejores resultados. Cuando el director te dice qué hacer, estás trabajando por dinero, lo cual está bien, pero los resultados no son los mejores. Pero ahora ya casi no hago trabajo comercial porque en la industria se ha vuelto todo digital y yo solo puedo mostrarte mis impresiones dos semanas después.
Fuente: Designboom