Adriana Treviño

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México, 1982
 
Estudió Licenciatura en Letras Españolas en ITESM Campus Monterrey.  Actualmente cursa Maestría en Estudios Humanísticos en la misma institución. Su obra académica ha sido publicada en España (Plaza y Valdés, 2014). Ha participado en diversos talleres de fotografía en México y el extranjero con Maggie Steber, Quinton Gordon, Kirsten Lewis , y Mariela Sancari entre otros. Desde 2016 se desempeña como fotógrafa profesional en Monterrey, NL. 

Statement del proyecto Jardines en la eterna primavera:

Mientras que el mundo entero se ve confrontado por una pandemia que nos obliga a encerrarnos en nuestras casas, yo me encierro en mis pensamientos y me confronto a mí misma. Aprovecho estar lejos de todos y de todo para reencontrarme con quien era, con quien soy y en quien me convierto. Como mujer mexicana que vive en un ambiente conservador, rodeada de rígidos parámetros sociales, mi identidad se funde con la del colectivo. Mi identidad se perdió entre el deber ser, siempre definiéndome a partir de alguien: de mis padres, mi esposo, mis hijas. ¿Qué sucede cuando estás encerrada por tres meses con tu vida “ideal”? Al menos lo que pensabas que era ideal. Remonto al mito de Flora y Céfiro tal como lo cuenta Ovidio en Fastos. Chloris, ninfa de las llanuras felices, fue robada por Céfiro, viento primaveral del oeste. Flora cuenta a Ovidio, “Sin embargo, enmendó su acto violento, dándome el nombre de esposa, y no tengo queja alguna de mi matrimonio. Gozo de una primavera eterna: el año está siempre sonriente, los árboles tienen siempre hojas, la tierra siempre pastizales. Tengo en los campos que constituyen mi dote un jardín exuberante…” (Ovidio, Fastos Libro V)  ¿Qué sucede cuando la ”eterna primavera” pierde su encanto? 

Desde este lugar nace el proyecto de jardines, en donde a través de las flores recreo mis jardines secretos. Lugares en donde se puede explorar cualquier fantasía y deseo del interior sin necesidad de contenerme, juzgarme o reprimirme. Las flores están puestas en escenas donde se crean paisajes oníricos que a su vez son metáforas de mi exploración interior. Cada jardín es la recreación de una emoción, una nostalgia del pasado, un amor perdido, un desengaño de la vida que me prometieron era maravillosa. Mis flores esconden estas emociones guardadas, expresan las frustraciones de mi cotidianidad y las limitaciones ante las que me confronto. Mis flores, cuya imagen delicada, sutil, suave y femenina, a simple vista, son metáfora de la discrepancia entre el deber ser de la mujer en la conciencia colectiva y la individualidad de cada una. 

Adriana Treviño


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